¿Qué pasa en Reiki?

Reiki es una técnica de sanación de origen japonés que se basa en la imposición de manos. A través de esta práctica, se busca canalizar la energía universal hacia el paciente para promover su equilibrio y bienestar.

En una sesión de Reiki, el terapeuta comienza estableciendo un ambiente tranquilo y relajante. Luego, invita al paciente a recostarse cómodamente, sin zapatos y completamente vestido. El terapeuta coloca sus manos suavemente sobre diferentes áreas del cuerpo, como la cabeza, el pecho, el abdomen y las extremidades, y comienza a canalizar la energía.

A medida que se lleva a cabo la imposición de manos, el paciente puede sentir diferentes sensaciones, como calor, frío, hormigueo o una sensación de flujo energético. Estas sensaciones son indicativas de que la energía está fluyendo y que el Reiki está funcionando. Algunas personas también pueden experimentar una sensación de relajación profunda o incluso quedarse dormidas durante la sesión.

El objetivo del Reiki es equilibrar la energía del cuerpo, promoviendo así la sanación a nivel físico, emocional y espiritual. Se cree que cuando la energía vital fluye libremente a través del cuerpo, se restaura la armonía en todos los niveles y se pueden aliviar diferentes síntomas y dolencias.

Es importante tener en cuenta que el Reiki no reemplaza la atención médica convencional, sino que puede ser complementario a ella. Muchas personas buscan el Reiki para aliviar el estrés, reducir la ansiedad y mejorar la calidad del sueño. Sin embargo, es importante consultar siempre a un profesional de la salud antes de iniciar cualquier terapia complementaria.

En resumen, el Reiki es una técnica de sanación basada en la canalización de energía universal a través de la imposición de manos. Durante una sesión de Reiki, el paciente puede experimentar diferentes sensaciones y se busca equilibrar la energía del cuerpo para promover la sanación a nivel físico, emocional y espiritual.